*En cuanto a Devers, no le interesa la fama por sus buenas acciones. Cuando se le preguntó sobre ese momento, simplemente dijo: "Fue lo correcto".
Un acto silencioso de bondad comenzó discretamente, sin cámaras, prensa ni publicaciones en redes sociales. Devers, conocido por su humildad y sensatez a pesar de su creciente fama en las Grandes Ligas de Béisbol, se enteró, a través de un contacto en común, de un hombre que atravesaba momentos difíciles. Con dificultades económicas y al borde de perder su hogar, vivía con su familia en un pequeño apartamento y luchaba por llegar a fin de mes.
Sin revelar su identidad, Devers se hizo cargo del alquiler de la familia durante un año entero. ¿Su única petición? Que se mantuviera en el anonimato.
Pero las cosas dieron un giro inesperado cuando Devers supo más sobre la familia, y especialmente sobre quién era realmente el hombre.
Un humilde héroe tras las dificultades
Como Devers descubrió, el hombre al que había estado ayudando no era un inquilino cualquiera necesitado. Era un veterano retirado y exentrenador de béisbol juvenil en República Dominicana, su país natal, quien, años atrás, había guiado a cientos de niños, incluido el propio Devers durante un taller de verano infantil.
Sin saber que este hombre con dificultades había contribuido a forjar su propio amor por el deporte desde pequeño, Devers se quedó atónito ante la conexión. "Le dio tanto a niños como yo cuando no tenía nada que ganar", dijo Devers, según se dice. "¿Y ahora es él el que necesita ayuda? Eso no me convenció".
El Regalo Definitivo: Un Hogar Para Siempre
Una vez que Devers confirmó la identidad del hombre, tomó una decisión que iría mucho más allá del dinero del alquiler. Sin avisarle a la familia con antelación, Devers compró todo el edificio de apartamentos donde vivían el hombre y sus familiares y luego les entregó la escritura.
Donó el edificio no solo como un lugar para vivir, sino como un legado: una forma de que la familia viviera sin preocupaciones económicas y una oportunidad para ayudar a otros necesitados, tal como él había sido ayudado de niño.
"Cuando creces con poco, recuerdas a cada persona que te muestra bondad", le dijo Devers a un amigo cercano. "Ahora me toca a mí".
Las autoridades locales, tanto de Boston como de República Dominicana, han elogiado el gesto, y algunos incluso lo han calificado como un ejemplo de cómo los atletas pueden contribuir a las comunidades que los formaron.
En cuanto a Devers, no le interesa la fama por sus buenas acciones. Cuando se le preguntó sobre ese momento, simplemente dijo: "Fue lo correcto".
Y en un mundo que necesita más buenas noticias, Rafael Devers acaba de dar un jonrón, fuera del campo.
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